16 abril 2007

Mejorando en el mejor de los casos Rocco 1-Silva 1

Teniendo en cuenta que venimos de dos derrotas consecutivas, una bastante triste con el partido controlado y ganado, y otra más honorable, en medio de rumores de soborno -que nuestra precaria economía desmiente por si sola- histeria y sudores fríos de nuestro contrario -reflejados en un pálido defensa que gritaba "¡parece que son ellos los que quieren ascender" al verse desbordado por las huestes Roccenses-, el presente empate parece un paso adelante dentro de la irregularidad perpetua de nuestro equipo.
Algunas consideraciones preliminares: podemos decir, que esas últimas derrotas no fueron más que la bochornosa despedida a uno de los fieles y habituales de la parca selección roccense, para que se fuese sin pena... pero es que si uno de los mejores y habituales acaba en un gasero rumbo a Quatar (con la de chistes que puede ofrecernos) ¿dónde puede acabar la Rocco?
Son pocos los que regularmente acuden a los patatales de juego: el mal tiempo, el frío, las horas intempestivas, nada ha detenido a esos pocos que regularmente se han presentado a jugar, pero, las lesiones, los trabajos en la distancia y al fin y al cabo esas cosas que llaman "la vida" hacen que no siempre las cosas vayan como nos gustaría, pero si hasta Alberto vino a los dos últimos partidos, simplemente a animar, como Mister honorífico, pese a saber que al menos en los próximos 8 meses ni si quiera volvería a jugar al fútbol, quizás la Rocco merezca la pena. Hay más ejemplos de esa entrega, Bouzas y sus cuatro o cinco horas de carretera, Eloy aprovechando sus vacaciones, Michi desde Santiago, Ángel o Meni durante sus lesiones , la visita ocasional de ex-jugadores roccenses como Juffé, el mismo Rubén que llegó a jugar dos partidos en un día o Iván llegando desde Cambados... Pero no solo es importante ir a jugar, también hay que acudir a las reuniones, buscar pasta, llamar a cada borracho en la madrugada del domingo para que se acuerde de que hay partido. Los rumores que se escuchan sobre el incierto futuro parecen increíbles con ese esfuerzo, esperemos que además sean imposibles. Volvamos al partido.
Nos reunimos unos infrecuentes trece jugadores, número que solo asusta a los equipos contrarios cuando se habla de que son los jugadores de la Rocco. El partido comenzó con un Tron bajo los palos, escoltado por los habituales Popper, Nano, Jordi, Meni, Toni, Diego, Carlos, Ángel, Pipers y Juan Vidal. En el banquillo esperando su turno aguardaba Sopelana, recuperándose de su lesión y Pris reaparecido para la banda Roccense.
El sol que se dejaba ver benigno pero un peligroso viento ligeramente diagonal, convertía los balones largos y bombeados en una peligrosa baza. Los de Silva eligieron empezar con el viento en contra y los Roccenses eligieron su impertinencia habitual.

El partido iba a caer bajo el yugo roccense desde el inicio, las jugadas se prodigaban especialmente por la banda derecha, con Diego como punta de diamante del ataque. Los defensas se valían de cualquier superchería para intentar detener los constantes avances de la vanguardia granate, pero no por mucho tiempo. Jordi desempolvó la escuadra y el cartabón y se largo un pase milimétrico al área mientras la desbrozadora de la rocco, Ángel, hacía sitio para el aterrizaje. Con un cabezazo esplendido y bien colocado derrota al portero que no puede menos que resignarse como un cordero lechal ante el matarife. El partido sigue con este dominio bajo la indulgente mirada del árbitro, amistoso y paternal con unos y otros, que pita el fin de la primera parte.

La segunda supone la entrada de Sopelana y Pris, por Diego y Juan Vidal. En principio y sobre el papel, un refuerzo físico importante que aplastaría cualquier intento de rebelión por parte de los Silvanos.

Lamentablemente, el fútbol es así, no hay enemigo pequeño, gol es gol y un largo corolario de frases hechas que nos hablan de que cualquier cosa es posible.

El primer signo de que algo estaba yendo terriblemente mal, fue el primer fallo en una marca de Nano en todo los años que recuerdo, el balón del de la Silva pega en la parte externa de la cruceta, y nuestras animadoras en la grada se quedan por un instante sin saber que corear. Pero esta jugada no es más que la primera señal externa de un mal subterráneo que sacude a todo el equipo, como en los grandes terremotos.

Poco a poco de forma imperceptible todas las líneas Roccenses se van descomponiendo, sin poder achacar el mal a alguien en concreto ni a la disposición teórica, sino a la propia estructura general del equipo en el campo.

La Silva, que olfatea la sangre, aumenta más y más su presión dentro de sus posibilidades, aun así, la rocco no es fácil de batir. Pero la mala suerte se alía con ellos, un balón alto, la pesadilla de Tron, cae en sus manos pero sin atraparlo, escurriéndosele en un rebote fatídico que va a parar a los pies de un contrario, que empata el partido. Tron se maldice “¡manos de mantequilla!” se repite. Pero es el equipo globalmente lo que no acaba de marchar, un par de “mano a mano” con nuestro portero, y cero llegadas con peligro al marco contrario de nuestra delantera lo atestiguan… La Rocco es difícil de batir, y aun herida, desmembrada, sigue siendo peligrosa. El fin del partido así lo atestigua con un empate.

Los roccenses se retiran malhumorados, pero la tarde veraniega, la brisa leve, el cielo azul y el agua caliente, hacen que los ánimos cambien rápidamente hacia el buen humor y a señalar irónicamente el “ambiente” intimidante que la web a tomado en los últimos tiempos.

Una cerveza cae en la Green y nadie se arrepiente de haber ido a jugar. El fútbol es así.